La terapia cognitivo-conductual es un término genérico que se refiere a las terapias que incorporan tanto intervenciones conductuales (intentos directos de disminuir las conductas y emociones disfuncionales modificando el comportamiento) como intervenciones congnitivas (intentos de disminuir conductas y emociones disfuncionales modificando las evaluaciones y los patrones de pensamiento del individuo). Ambos tipos de intervenciones se basan en la suposición de que un aprendizaje anterior está produciendo actualmente consecuencias desadaptativas y que el propósito de la terapia consiste en reducir el malestar o la conducta no deseados desaprendiendo lo aprendido o proporcionando experiencias de aprendizaje nuevas, más adaptativas. (Brewin, 1996).
Las terapias cognitivo-conductuales comparten las siguientes suposiciones (Ingram Y Scott, 1990):
- Los individuos responden a las representaciones cognitivas de los acontecimientos ambientales e vez de a los acontecimientos mismos;
- El aprendizaje está mediado cognitivamente;
- La cognición media la disfunción emocional y conductual (la cognición afecta a las emociones y a la conducta y viceversa);
- Algunas formas de cognición pueden registrarse y evaluarse;
- La modificación de las cogniciones puede cambiar las emociones y la conducta; y
- Tanto los procedimientos cognitivos como los conductuales para el cambio son deseables y se pueden integrar en las intervenciones.
Algunas de las principales características de la terapia cognitivo-conductual serías las siguientes (Ingram y Scott, 1990):
- Las variables cognitivas constituyen importantes mecanismos causales,
- Los objetivos específicos de algunos procedimientos y técnicas son cognitivos,
- Se realiza un análisis funcional de las variables que mantienen el trastorno, especialmente de las variables cognitivas,
- Se emplean estrategias conductuales y cognitivas en el intento de modificar las cogniciones,
- Se pone notable énfasis en la verificación empírica,
- La terapia es de duración breve,
- La terapia es una colaboración entre terapeuta y paciente, y
- Los terapeutas cognitivo-conductuales son directivos.
Las terapias cognitivo-conductuales incorporan procedimientos conductuales y cognitivos en su aplicación a los distintos problemas. Se han propuesto tres clases principales de terapias cognitivo-conductuales (Mahoney y Arnkoff, 1978):
- Los métodos de reestructuración cognitiva, que suponen que los problemas emocionales son una consecuencia de pensamientos desadaptativos y, por lo tanto, sus intervenciones tratan de establecer patrones de pensamiento más adaptativos.
- Las terapias de habilidades de afrontamiento, que tratan de desarrollar un repertorio de habilidades para ayudar al paciente a afrontar una serie de situaciones estresantes.
- Las terapias de solución de problemas, que constituyen una combinación de los dos tipos anteriores y que se centran en el desarrollo de estrategias generales para tratar con (solucionar) un amplio rango de problemas personales, insistiendo en la importancia de una activa colaboración entre el paciente y el terapeuta.
Por tanto, la Terapia Cognitivo-Conductual se caracteriza por ser un método activo y directivo, y en ella paciente y terapeuta trabajan en forma conjunta y estructurada, con tareas fuera de sesión.
Utiliza técnicas tanto conductuales como cognitivas en combinaciones diferentes según la sintomatología a abordar: respiración y relajación, entrenamiento autógeno, reestructuración cognitiva, exposición en vivo y diferida, autoinstrucciones positivas, resolución de problemas, etc.
Evidencia de eficacia clínica
Los resultados de investigaciones clínicas controladas dan fuerte apoyo a la eficacia de las terapias cognitivo-conductuales en general. Los resultados no deben confundirse entre sí, puesto que el grado de eficacia es variable y resulta dependiente del tipo de problema conductual, de tal manera que unas técnicas son mejores que otras y la integración de tecnología cognitiva y conductual parece rendir mejores resultados.