El cuerpo y la mente están profundamente entrelazados en la regulación de nuestra experiencia y conducta. A lo largo de la evolución, hemos desarrollado distintos sistemas de acción psicobiológicos, que organizan nuestras respuestas ante el mundo. Cuando estos sistemas funcionan de manera fluida y adaptativa, nos permiten interactuar con el entorno de forma efectiva. Sin embargo, cuando se bloquean, se fragmentan o entran en conflicto, pueden dar lugar a síntomas psicológicos y psicosomáticos.
1. ¿Qué son los Sistemas de Acción?
Desde un enfoque neurobiológico y psicológico, los sistemas de acción son programas innatos de comportamiento que han evolucionado para satisfacer necesidades específicas de supervivencia y desarrollo. Estos sistemas están profundamente conectados con estructuras cerebrales como el tálamo, la amígdala, la corteza prefrontal, el sistema límbico y el tronco encefálico. Además, involucran respuestas fisiológicas coordinadas por el sistema nervioso autónomo y el sistema endocrino.
Porges (2009), con su Teoría Polivagal, y Jaak Panksepp (1998), con su estudio de los sistemas afectivos básicos, han aportado una visión profunda de estos mecanismos. Estos sistemas de acción pueden clasificarse en aproximación (dirigidos a obtener recursos o establecer vínculos) y defensa (activados ante amenazas o peligro).
A continuación, revisaremos los principales sistemas de acción y su relación con la psicopatología.
2. Principales Sistemas Psicobiológicos de Acción y su Relación con la Psicopatología
2.1. Sistema de Exploración y Búsqueda (SEEKING)
Este sistema es el motor de la curiosidad, la motivación y el aprendizaje. Se activa cuando sentimos interés por algo y nos impulsa a explorar el mundo con energía. Se basa en la dopamina, neurotransmisor clave en la motivación y el placer.
Cuando este sistema está hipoactivado, se asocia con estados depresivos, apatía y anhedonia. Por otro lado, una hiperactivación puede generar impulsividad, hiperactividad o comportamientos adictivos.
Ejemplo clínico: En la depresión, este sistema se apaga, provocando una sensación de vacío e incapacidad para experimentar placer. En la adicción, el sistema de búsqueda puede quedar "secuestrado" por sustancias o comportamientos compulsivos.
2.2. Sistema de Cuidado y Vínculo
Este subsistema permite la empatía y la atención a los demás. Está mediado por la oxitocina y la prolactina y es clave en el desarrollo del comportamiento prosocial.
Cuando está hiperactivado, puede llevar a un exceso de responsabilidad emocional, agotamiento o codependencia. Su inhibición se asocia con dificultades en la vinculación y baja empatía.
Ejemplo clínico: En el síndrome del cuidador quemado, este sistema se encuentra sobrecargado, generando agotamiento emocional y somatización.
2.3. Sistema de Juego y Alegría
Este sistema promueve la exploración social, la creatividad y la regulación emocional a través de la interacción lúdica. Se activa en la infancia y es fundamental para el desarrollo emocional saludable.
La falta de juego en la infancia puede estar relacionada con una mayor vulnerabilidad al estrés y dificultades en la regulación del humor. En la vida adulta, la ausencia de este sistema puede favorecer la rigidez, la ansiedad y el desgaste emocional.
Ejemplo clínico: En personas con altos niveles de ansiedad o depresión, la falta de experiencias lúdicas en la infancia y adultez puede contribuir al mantenimiento del malestar.
2.4.1. Sistema de Defensa: Miedo y Pánico
Este sistema se activa ante el peligro y está mediado por la amígdala, el cortisol y la noradrenalina. Regula respuestas como la lucha, huida o congelación.
Cuando este sistema está hiperactivado, se relaciona con trastornos de ansiedad, ataques de pánico y fobias. Cuando no se procesa adecuadamente un evento traumático, puede cronificarse, generando estados de hiperalerta.
Ejemplo clínico: En el TEPT (Trastorno de Estrés Postraumático), el sistema de miedo queda hiperactivado, provocando flashbacks, hipervigilancia y evitación de estímulos relacionados con el trauma.
2.4.2 Sistema de Defensa: Sumisión e Inmovilización (Colapso o "Shut Down")
Este sistema es una respuesta extrema a amenazas cuando la lucha o la huida no son posibles. Está regulado por el nervio vago dorsal (según la Teoría Polivagal de Porges) y se manifiesta en estados de desconexión emocional, disociación o parálisis psicológica.
Se activa en experiencias de abuso o indefensión aprendida. Puede relacionarse con síntomas depresivos, fatiga crónica, disociación o trastornos psicosomáticos.
Ejemplo clínico: Una persona que ha sufrido abuso severo en la infancia puede desarrollar una tendencia a disociarse ante situaciones de estrés, sintiéndose "desconectada" de sí misma.
2.4.3 Sistema de Defensa: Ira
Este sistema se activa cuando sentimos amenaza a nuestra integridad o límites. Está mediado por la testosterona, la noradrenalina y la amígdala.
Cuando este sistema es reprimido de manera crónica, puede manifestarse en somatizaciones como migrañas, problemas digestivos o tensión muscular. En cambio, si está sobreactivado, puede dar lugar a agresividad impulsiva o trastornos de control de impulsos.
Ejemplo clínico: En algunos cuadros de depresión, la ira reprimida puede volverse contra la persona en forma de autocrítica extrema y desesperanza.
2.5. Sistema de Vinculación y Apego (Aproximación)
Este subsistema nos permite establecer lazos afectivos y buscar seguridad en los vínculos. Está regulado por la oxitocina y la serotonina y se activa desde la más tierna infancia a través del apego con los cuidadores.
Cuando este sistema está afectado, se pueden desarrollar patrones de apego evitativo, ansioso o desorganizado, dificultando las relaciones interpersonales y la regulación emocional. El sistema de vinculación, durante las etapas de mayor vulnerabilidad y necesidad de la infancia, va a prevalecer sobre otros sistemas, sobre todo el de defensa. Si hubiera información en el sistema de defensa que indicara la necesidad de alejarse de una figura de apego primario, al primar, por supervivencia, la vinculación, toda esa información del sistema de defensa tendrá que ser silenciada. Este fenómeno no ocurre de forma voluntaria ni consciente, interviniendo en muchas ocasiones el mecanismo de la disociación.
Ejemplo clínico: Personas con apego desorganizado pueden oscilar entre el deseo de cercanía y el temor a la intimidad, generando relaciones inestables. Por otro lado, en el trauma relacional temprano, el sistema de apego puede estar dañado, generando dificultad para confiar en los demás, miedo al abandono o necesidad extrema de aprobación.
2.6. Sistema de Sociabilidad
Este sistema regula la interacción social y la pertenencia a un grupo. Está vinculado a la serotonina y la dopamina.
Su desregulación puede generar ansiedad social, aislamiento o dependencia extrema de la aprobación externa.
Ejemplo clínico: En el trastorno de ansiedad social, este sistema está alterado, generando hipersensibilidad al juicio externo y evitación de interacciones sociales.
2.7. Sistema de Sexualidad
Este subsistema regula la atracción, el deseo y la intimidad erótica. Está mediado por la testosterona, la oxitocina y la dopamina.
Su inhibición puede estar relacionada con trauma sexual, ansiedad o creencias disfuncionales sobre la sexualidad. Su hiperactivación puede generar compulsividad sexual o disfunciones relacionales.
Ejemplo clínico: En personas con abuso sexual en la infancia, este sistema puede quedar fragmentado, generando evitación de la sexualidad o hiperactivación como forma de afrontamiento.
2.8. Sistema de Regulación de la Energía
Este subsistema gestiona la activación fisiológica y el descanso. Está regulado por la melatonina, la serotonina y el sistema nervioso autónomo.
Un mal funcionamiento de este sistema puede generar insomnio, fatiga crónica y síndrome de burnout.
Ejemplo clínico: En el síndrome de fatiga crónica, el sistema de regulación de energía puede estar alterado, generando agotamiento persistente y baja capacidad de recuperación.
3. Implicaciones Clínicas: La Conexión entre los Sistemas de Acción y los Síntomas Psicosomáticos
Cuando uno o varios sistemas de acción se bloquean o entran en conflicto, el cuerpo puede expresar el malestar a través de síntomas físicos. Esto es lo que ocurre en los trastornos psicosomáticos, donde la tensión emocional atrapada encuentra una vía de escape en el cuerpo.
Algunos ejemplos clínicos incluyen:
- Trastornos digestivos (colon irritable, gastritis): relacionados con una activación crónica del sistema de miedo.
- Dolor crónico o fibromialgia: asociado a una disociación del sistema de defensa y la inmovilización.
- Hipertensión o problemas cardiovasculares: vinculados a una hiperactivación del sistema de lucha.
- Fatiga extrema o síndrome de burnout: reflejo de un colapso del sistema de búsqueda y exploración.
4. Integración Terapéutica: Cómo Restaurar los Sistemas de Acción
Desde un enfoque terapéutico, es fundamental ayudar a los pacientes a reconectar con los sistemas de acción bloqueados o desregulados. Algunas estrategias incluyen:
Terapia Somática (Somatic Experiencing, terapia Sensoriomotriz, EMDR, Focusing): Facilitan la liberación de energía atrapada en el cuerpo.
Mindfulness y Coherencia Cardíaca: Ayudan a modular la hiperactivación del sistema de miedo.
Terapias de Integración del Apego: Permiten restaurar la seguridad en el sistema de vínculo.
Ejercicio físico y juego terapéutico: Reactivan el sistema de exploración y alegría.
Trabajo con la ira (enfoques gestálticos, bioenergética): Facilitan la expresión saludable de la agresión contenida.
Para finalizar, podemos concluir que los sistemas de acción son fundamentales para nuestra regulación emocional y nuestro bienestar físico y psicológico. Podemos destacar los dos sistemas psicobiológicos de acción principales, el de aproximación y el de defensa, como los que más explican la personalidad y, por tanto, la forma en que las personas hacemos síntomas. No obstante, los demás también son fundamentales y desempeñan un papel importante. Cuando se bloquean o entran en conflicto, pueden dar lugar a síntomas que van desde la ansiedad y la depresión hasta enfermedades psicosomáticas. Comprender e intervenir sobre estos sistemas es clave para una psicoterapia profunda y transformadora.
Autor: Psicólogo Jose Álvarez