¿Te has sentido alguna vez como si tu mente se hubiera desconectado del mundo? Como si flotaras en un limbo, observando tu vida desde una perspectiva lejana, sin poder conectar con tus emociones o tu cuerpo. Esta experiencia, conocida como disociación, puede ser un mecanismo de defensa que tu mente utiliza para protegerte del dolor y la intensidad de un trauma.

¿Qué es un trastorno disociativo?

Imagina tu mente como una casa. Cuando experimentas un trauma, la estructura de esa casa se ve comprometida. Las emociones dolorosas, los recuerdos insoportables y el miedo abrumador amenazan con inundarla y destruirla. En un intento desesperado por mantenerte a salvo, tu mente activa un mecanismo de emergencia: la disociación. Esta disociación emocional o cognitiva actúa como una barrera, como un muro que separa las partes de tu mente que están siendo atacadas por el trauma.

¿Cuáles son las causas que la provocan?

Las causas de los trastornos disociativos son tan complejas como la propia mente humana. Diversos factores pueden influir en su desarrollo:

• Factores biológicos: La predisposición genética, el temperamento y la sensibilidad individual pueden jugar un papel importante.

• Factores sociales: La exposición a la violencia, el abuso o la negligencia en la infancia son algunos de los principales desencadenantes.

• Factores familiares: Un ambiente familiar caótico, abusivo o disfuncional puede aumentar el riesgo de sufrir disociación.

Sin embargo, la principal causa de los trastornos disociativos son las situaciones traumáticas. Experiencias como:

  • Abuso o maltrato físico o emocional en la infancia: La mente de un niño, aún en desarrollo, es especialmente vulnerable al trauma.

  • Catástrofes naturales: Terremotos, inundaciones o tsunamis pueden provocar un shock y una disociación como mecanismo de supervivencia.

  • Guerras: La exposición a la violencia extrema, la muerte y la destrucción puede generar una profunda disociación para proteger la mente.

¿Cuáles son los síntomas que la revelan?

Los síntomas de los trastornos disociativos son tan variados como las formas en que la mente puede fragmentarse para protegerse. Algunos de los más comunes son:

• Amnesia disociativa: Lagunas mentales o fallos de memoria relacionados con el episodio traumático. La persona no recuerda detalles importantes o incluso periodos enteros de su vida.

• Fugas disociativas: La persona se aleja de su entorno familiar y de su identidad, deambulando sin rumbo fijo o incluso llegando a asumir una nueva identidad temporalmente.

• Despersonalización: La persona se siente como un observador externo de su propia vida, como si estuviera en un sueño o en una película. No se reconoce a sí misma en el espejo y siente una profunda desconexión con sus emociones y su cuerpo.

• Desrealización: El entorno se percibe como extraño, irreal o distorsionado. Los objetos, las personas y los lugares familiares parecen lejanos y carentes de significado.

• Confusión de identidad: La persona experimenta dudas y dificultades para reconocer su propia identidad. Su nombre, su historia personal, sus valores y sus preferencias se tornan confusos e inestables.

• Alteración de la identidad: En casos más severos, la persona puede desarrollar diferentes identidades o "estados del yo" que alternan el control del comportamiento. Cada identidad tiene sus propias características, recuerdos y forma de pensar.

Ejemplos de trastornos disociativos:

  • Trastorno de estrés postraumático (TEPT): La persona experimenta flashbacks, pesadillas y evitación de recuerdos relacionados con el trauma. También puede sufrir embotamiento emocional, una sensación de adormecimiento o desconexión de sus emociones.

  • Trastorno de despersonalización-desrealización: La persona se siente como un observador de su propia vida, sin conexión con sus emociones o su cuerpo. El entorno también se percibe como extraño e irreal.

  • Trastorno de identidad disociativo (TID): La persona tiene diferentes identidades o "estados del yo" que alternan el control del comportamiento. Cada identidad tiene sus propias características, recuerdos y forma de pensar.

Si crees que puedes estar sufriendo un trastorno disociativo, es fundamental que busques ayuda profesional. Un psicólogo o psiquiatra con experiencia en trauma

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