
En la vida cotidiana es habitual enfrentarnos al estrés, la ansiedad o la autocrítica. Muchas personas se hablan a sí mismas con dureza cuando cometen un error o atraviesan un momento difícil, lo que incrementa su sufrimiento. ¿Existe una forma más saludable de relacionarnos con nuestras emociones y con nosotros mismos? En las últimas décadas, la psicología ha encontrado que mindfulness (atención plena) combinado con la autocompasión puede ser una respuesta efectiva. Se trata de aprender a estar presentes con lo que sentimos y tratarnos con amabilidad, tal como lo haríamos con un buen amigo. En este artículo divulgativo explicaremos qué son el mindfulness y la autocompasión, cómo se relacionan entre sí y cómo pueden beneficiar tu bienestar emocional y ayudarte a manejar el sufrimiento, poniendo especial énfasis en el trabajo del psicólogo Christopher Germer, co-creador del programa Mindful Self-Compassion (MSC).

¿Te ha pasado que llegas a casa y no recuerdas gran parte del trayecto en coche? ¿O que lees una página entera de un libro para luego darte cuenta de que estabas pensando en otra cosa? A ese fenómeno común lo llamamos “piloto automático mental”: un estado en el que realizamos actividades de forma mecánica, con la atención desenchufada del aquí y ahora. Es como si una parte de tu mente condujera tus acciones mientras tú estás ausente. No es de extrañar que, en la ajetreada vida moderna, muchos vivamos en piloto automático sin siquiera notarlo.

¿Qué es el craving?
¿Has sentido alguna vez un deseo casi incontrolable de hacer algo que intentas evitar? Ese antojo intenso, esas ganas compulsivas de consumir cierta sustancia o realizar una conducta, es lo que los especialistas llaman craving. En términos sencillos, el craving es un deseo vehemente o compulsión irrefrenable – por ejemplo, las ganas urgentes de fumar un cigarrillo tras varios días sin hacerlo, o el antojo de comer algo dulce cuando quieres reducir el azúcar. Es una respuesta común en la dependencia: el cuerpo y la mente piden aquello a lo que estaban acostumbrados. Este fenómeno es central en las adicciones, y suele ser uno de los mayores desafíos para quien busca dejar un hábito dañino.
Leer más: "Craving": Mindfulness para manejar las adicciones

¿Y si me tiro al vacío desde este balcón? ¿Y si agarro el cuchillo y apuñalo a alguien? Estas ideas descabelladas atraviesan la mente de quien sufre una fobia de impulsión y le congelan el corazón. Aparecen de la nada, como un susurro mental aterrador. Lo más desconcertante es que ¡no corresponden a ningún deseo real! De hecho, son exactamente lo contrario de lo que la persona querría hacer. Imagina el terror y la confusión: tú, que jamás harías daño a nadie ni te harías daño a ti mismo, de pronto tienes un pensamiento intruso que te grita la peor pregunta posible. Te asustas, te preguntas si te estás volviendo loco o peligroso. Pero respira: no estás solo, ni estás perdiendo la cabeza. Lo que te ocurre tiene nombre y tratamiento, y no significa que vayas a cometer esas acciones. Vamos a entenderlo paso a paso.
Leer más: "Y si me tiro...": El miedo a tus propios impulsos

El libro La bailarina de Auschwitz de Edith Eger (The Choice es su título original) es más que un testimonio sobre la resiliencia y la supervivencia en el Holocausto; es una obra profundamente transformadora que ofrece valiosas enseñanzas para el tratamiento psicológico del trauma. Edith Eger, psicóloga y superviviente de Auschwitz, nos guía a través de su historia personal para mostrarnos cómo el dolor puede convertirse en una fuente de crecimiento y sanación.
Leer más: La bailarina de Auschwitz: Enseñanzas para la terapia del trauma

Hay días en los que parece que todo se alinea para sacarte de tus casillas: la reunión que se alarga sin sentido, ese coche que se te cruza sin avisar, el comentario pasivo-agresivo de alguien cercano… y entonces, ¡boom! Estallas. No es solo enfado. Es fuego en el pecho, es ganas de gritar, de romper, de decir lo que llevas semanas callando. Y lo peor: después llega esa resaca emocional. Culpa. Malestar. Relación dañada. Sensación de no reconocerte.
Pero… ¿y si la ira no fuera tu enemiga? ¿Y si en vez de luchar contra ella, pudieras escucharla, comprenderla y usar su fuerza a tu favor?

En el mundo actual, el estrés se ha convertido en una palabra cotidiana. Decimos que estamos estresados por el trabajo, por los estudios, por la economía o incluso por relaciones personales. Pero ¿sabemos realmente qué significa estar estresado desde un punto de vista biológico? ¿Qué le ocurre al cuerpo cuando se enfrenta a una situación difícil o desafiante?
Leer más: El Síndrome General de Adaptación: Cómo responde el cuerpo al estrés

Un viaje al corazón de la Terapia Metacognitiva
Imagina que te asalta un pensamiento incómodo: "Y si pierdo el control y hago daño a alguien". ¿Qué haces?
Tal vez te asustes. Tal vez intentes no pensarlo. O lo analices una y otra vez. O te digas que estás volviéndote loco. O que debes tener cuidado. Muy cuidado.
Ahora, detente un segundo. Porque aquí entra en escena una pregunta clave:
¿Qué crees tú sobre ese pensamiento?
Sí, no el contenido en sí —el pensamiento en bruto— sino lo que piensas acerca de ese pensamiento.
Y aquí empieza la perplejidad.
Leer más: ¿Y si el problema no fueran tus pensamientos, sino cómo piensas sobre ellos?

Imagina que entras en una habitación llena de gente. Todo el mundo parece saber cómo comportarse, cómo moverse con soltura, cómo entablar conversación sin esfuerzo. Pero tú, en cambio, sientes que cada mirada se posa en ti. Tu mente es un torbellino de pensamientos: "¿Qué hago con las manos? ¿Y si digo algo estúpido? Seguro que están juzgándome". El corazón se acelera, las manos sudan y sientes la necesidad urgente de desaparecer.
Leer más: Tratar Ansiedad social con Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT)

Piensa en despertarte cada mañana con una tormenta en la mente. Los pensamientos se agolpan, irracionales pero convincentes, imposibles de ignorar. “¿Habré cerrado bien la puerta?”, “¿Mis manos están realmente limpias?”. Una voz en tu cabeza susurra una y otra vez, incansable y agotadora, exigiéndote respuestas inmediatas y rituales repetitivos que sabes absurdos, pero que realizas una y otra vez para aliviar brevemente una ansiedad que siempre vuelve.

El trauma psicológico se refiere a experiencias abrumadoras (como abusos, accidentes, desastres) que dejan una huella emocional profunda. Un ataque de pánico, por su parte, es un episodio repentino de miedo intenso con síntomas físicos (palpitaciones, sudor, falta de aire, etc.), generalmente sin un peligro real inmediato. En los últimos años, psicólogos e investigadores han prestado especial atención a la conexión entre haber vivido un trauma y posteriormente sufrir ataques de pánico. De hecho, diversos estudios indican que una proporción sustancial de personas con trastorno de pánico reportan en su historial uno o más eventos traumáticos significativos . A la vez, muchos sobrevivientes de traumas experimentan crisis de pánico tras la experiencia, ya sea ante recuerdos o señales asociadas al evento, o incluso de forma inesperada sin un disparador claro . A continuación exploraremos por qué ocurre esta relación, qué factores la modulan y cómo puede abordarse desde la psicología con tratamientos eficaces.

La autoestima es un factor clave del bienestar emocional, pues influye en cómo una persona se valora a sí misma y se desenvuelve en diversos ámbitos de su vida . Una baja autoestima puede afectar relaciones, rendimiento y salud mental, por lo que abordarla a tiempo es importante. La terapia psicológica ha demostrado ayudar a construir una autoestima más sana , y en los últimos años la opción de terapia online se ha popularizado por su accesibilidad y comodidad. A continuación, se exploran enfoques terapéuticos efectivos para mejorar la autoestima (como la terapia cognitivo-conductual, la terapia de aceptación y compromiso y la terapia humanista), los beneficios y evidencia de la eficacia de la terapia en línea, consideraciones de costos y accesibilidad, y consejos para elegir un buen terapeuta online basados en fuentes confiables.

Pasar noche tras noche sin dormir bien no solo es agotador, sino desesperanzador. Muchas personas, hartas de dar vueltas en la cama, recurren a un somnífero con la esperanza de obtener alivio inmediato. Si bien los medicamentos para dormir pueden ayudar a corto plazo, no son la solución más adecuada a largo plazo: no atacan la causa del insomnio y pueden conllevar efectos adversos importantes (como dependencia o somnolencia diurna). La buena noticia es que el tratamiento psicológico del insomnio ofrece herramientas muy eficaces para recuperar el sueño perdido sin necesidad de pastillas. Veamos cómo.

¿Has pasado noches en vela dando vueltas en la cama sin poder dormir? Esa frustración y cansancio al día siguiente son señales de un problema que muchos conocen de primera mano: el insomnio. Pero ¿qué es exactamente el insomnio? En términos médicos, el insomnio se define como la dificultad para iniciar o mantener el sueño, o incluso la sensación de no haber tenido un sueño reparador a pesar de haber dormido el tiempo suficiente. En otras palabras, no se trata solo de cuánto duerme una persona, sino de la calidad de ese descanso. Al no lograr un sueño suficiente y profundo, el cuerpo y la mente no se recuperan bien, de modo que la persona con insomnio suele experimentar cansancio, falta de energía, dificultad de concentración e irritabilidad durante el día. Dormir mal de forma persistente termina afectando seriamente la calidad de vida diurna. Para comprender en profundidad el insomnio, vamos a ver los síntomas, las causas así como los tipos de insomnio.

Mecanismos Neurobiológicos y Psicológicos de la Desrealización
La desrealización se define como una alteración de la percepción en la que el entorno se siente irreal, vacío o como un sueño. A menudo aparece junto con la despersonalización (sensación de estar separado de uno mismo), hasta el punto de que ambas suelen considerarse un mismo trastorno disociativo (DP/DR) en manuales diagnósticos. En esencia, la persona con desrealización percibe el mundo externo como extraño o distante, sabiendo que esto no es racional, lo que la angustia enormemente.

¿Has sentido que tu mente queda atrapada en un pensamiento repetitivo que te causa ansiedad? Los pensamientos intrusivos (también llamados pensamientos obsesivos) son ideas, imágenes o impulsos que se cuelan una y otra vez en la mente de forma involuntaria, resultan no deseados y suelen provocar un gran malestar. Pueden aparecer en trastornos como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) – donde las obsesiones vienen acompañadas de compulsiones – pero también surgir en momentos de ansiedad o estrés elevados, incluso sin llegar a cumplir criterios de TOC. Lo importante es saber que no estás solo ni estás “perdiendo la cabeza”: muchas personas experimentan este tipo de pensamientos, y existen tratamientos eficaces para manejarlos e incluso lograr que dejen de dominar tu vida.
Leer más: Terapia psicológica para los pensamientos intrusivos

El hambre emocional es ese impulso casi irrefrenable de buscar algo que llevarse a la boca cuando en realidad no es el estómago el que está pidiendo alimento, sino el corazón, la mente o el alma. Es el deseo de un dulce cuando el día ha sido amargo, el antojo de algo crujiente cuando la rabia bulle por dentro, o la necesidad de un plato reconfortante cuando la soledad aprieta.

La hipocondría –también conocida como ansiedad por la salud– es la preocupación persistente y angustiosa por padecer una enfermedad grave, a pesar de tener poco o ningún fundamento médico. Quienes experimentan hipocondría interpretan sensaciones corporales normales como señales de una enfermedad seria, y suelen caer en un ciclo de reaseguramiento constante: visitas repetidas al médico, búsquedas interminables de síntomas en internet o evitar cualquier situación que crean arriesgada para su salud.
Este trastorno puede afectar profundamente la calidad de vida, generando ansiedad continua, estrés y dificultades para concentrarse en otras áreas importantes.
Leer más: La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) en el tratamiento de la hipocondría

La confianza es uno de los pilares más importantes en la construcción de una vida plena y satisfactoria. No solo influye en nuestra relación con los demás, sino también en cómo nos percibimos a nosotros mismos y en la manera en que enfrentamos los desafíos de la vida.
A lo largo de este artículo, exploraremos en profundidad qué significa la confianza, cómo se manifiesta en distintos ámbitos de nuestra existencia y de qué manera podemos fortalecerla. También veremos los obstáculos que pueden debilitarla y algunas estrategias prácticas para cultivarla día a día.

El Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) de contaminación es una de las manifestaciones más frecuentes y limitantes del TOC. Se caracteriza por la aparición de pensamientos intrusivos y angustiosos relacionados con la idea de estar contaminado por gérmenes, suciedad o sustancias tóxicas, lo que genera una intensa ansiedad. Para reducir esta ansiedad, la persona desarrolla compulsiones como el lavado excesivo de manos, el uso exagerado de desinfectantes, la evitación de ciertos lugares y objetos, o incluso rituales mentales de limpieza.
Leer más: Terapia psicológica aplicada al TOC de contaminación